He de reconocer que no he conocido mucho la vida y milagros de este símbolo aragonés que es y será Antonio Labordeta, al menos poco más allá de su famoso "Un país en la mochila" (que me encantaba) y sus apariciones en el telediario cuando salía en las sesiones del Parlamento.
No he conocido mucho más, más que nada porque mi uso de razón me ha llegado tarde...
Sin embargo, me caía muy bien el hombre, tan auténtico, con las ideas claras, y sin pelos en la lengua, luchando por los intereses de un pueblo que quería ver unido.
Me he quedado acongojada hoy al pasar por la Aljafería de Zaragoza donde está instalada la capilla ardiente, al ver como centenares de personas estaban haciendo cola para darle un último adiós.
Labordeta nos enseñó a creer en lo aragonés, a ser una piña. A no minusvalorarnos. Si no al revés. Fuimos un gran reino antaño (digan lo que digan algunos que van cambiando la historia a su antojo), y no tenemos por qué creernos menos que los demás.
Porque, aunque testarudos, los aragoneses somos un pueblo noble. Y debemos luchar por lo que es nuestro en cualquier ámbito de la vida.
En cualquier caso, sobran las palabras. Me quedo con una canción:
Canto a libertad
Habrá un día en que todos
Al levantar la vista
Veremos una tierra
Que ponga libertad (bis)
Hermano aquí mi mano
Será tuya mi frente
Y tu gesto de siempre
Caerá sin levantar
Huracanes de miedo
Ante la libertad
Haremos el camino
En un mismo trazado
Uniendo nuestros hombros
Para así levantar
A aquellos que cayeron
Gritando libertad
Sonarán las campanas
Desde los campanarios
Y los campos desiertos
Volverán a granar
Unas espigas altas
Dispuestas para el pan
Para un pan que en los siglos
Nunca fue repartido
Entre todos aquellos
Que hicieron lo posible
Para empujar la historia
Hacia la libertad
También será posible
Que esa hermosa mañana
Ni tú, ni yo, ni el otro
La lleguemos a ver
Pero habrá que empujarla
Para que pueda ser
Que sea como un viento
Que arranque los matojos
Surgiendo la verdad
Y limpie los caminos
De siglos de destrozos
Contra la libertad
Habrá un día en que todos
Al levantar la vista
Veremos una tierra
Que ponga libertad (bis)
Hermano aquí mi mano
Será tuya mi frente
Y tu gesto de siempre
Caerá sin levantar
Huracanes de miedo
Ante la libertad
Haremos el camino
En un mismo trazado
Uniendo nuestros hombros
Para así levantar
A aquellos que cayeron
Gritando libertad
Sonarán las campanas
Desde los campanarios
Y los campos desiertos
Volverán a granar
Unas espigas altas
Dispuestas para el pan
Para un pan que en los siglos
Nunca fue repartido
Entre todos aquellos
Que hicieron lo posible
Para empujar la historia
Hacia la libertad
También será posible
Que esa hermosa mañana
Ni tú, ni yo, ni el otro
La lleguemos a ver
Pero habrá que empujarla
Para que pueda ser
Que sea como un viento
Que arranque los matojos
Surgiendo la verdad
Y limpie los caminos
De siglos de destrozos
Contra la libertad
2 comentarios:
Hemos perdido a un grandísimo hombre. Esto, en nuestros días, ya es una desgracia, pero si encima es alguien íntegro, sincero, sencillo... el drama es terrible.
Descanse en paz, le echaremos de menos.
Lo hemos perdido, pero no del todo. Siempre nos quedará el recuerdo de su persona y de las cosas que nos legó, tangibles o intangibles, pero sin duda valiosas.
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