Neko

Cita del momento:

"No se puede ir por ahí construyendo un mundo mejor para la gente. Sólo la gente puede construir un mundo mejor para la gente. Si no, es solamente una jaula."
-- Terry Pratchett, Brujas de Viaje.
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viernes, 6 de agosto de 2010

Terceras partes, sí pueden ser buenas.

(La crónica que parecía que no iba a llegar nunca....y aquí está. ^^)


Han pasado once largos años desde que Woody, Buzz, y la demás pandilla de juguetes del pequeño Andy nos dijeron “hasta luego” con “Toy Story 2”.

Ahora, tras ese tiempo, nos ha llegado a las pantallas de los cines la tercera entrega de las aventuras de esos entrañables personajes que, de la mano de Pixar, hicieron un hito en la Historia del Cine al convertirse en la primera película de animación creada completamente por ordenador.

Hasta aquí, nada que no sepamos.

Aunque si queréis saber más sobre el nacimiento de Pixar, y su presentación al mundo con “Toy Story”, sólo tenéis que leer el precioso reportaje que nos ofrecieron los chicos de la revista Cinemanía.


Lo que yo os quiero contar es mi experiencia personal con la película. He intentaré no hacer ningún spoiler, porque ¡debéis ir a verla!


¿Quién no ha tenido un juguete de esos que le han acompañado durante años?

Sí, de esos a los que se les coge cariño como si fuesen un amigo más al que poder contarle los secretos de la niñez con la total certeza de que no van a salir de la habitación; ese tipo de juguetes con los que hasta dormías, y que si alguna vez al salir de viaje te dejabas olvidado, te era imposible conciliar el sueño.

Esos objetos de tela, plástico, papel o metal que te permitían crear mundos imaginarios que habías conocido sólo en los libros, y ellos te ayudaban con su presencia a hacerlos más cercanos, tangibles…

Algunos habían sido un regalo, otros una herencia. Otros pocos afortunados los encontraste abandonados a su suerte, pero todos acabaron teniendo un significado especial para ti. Aunque siempre destacó alguno. Y ese, es el juguete al que me refiero.

Ese que seguirá estando en tu habitación aunque entren en ella ya tus nietos.


En mi caso, se llama Síper (por Zipper, la mosca de "Chip y Chop Los Rescatadores").

Es un gato de peluche azul clarito que me regalaron a los 7 años, y que ha dormido siempre en mi cama.

Jamás he llorado por un “objeto inanimado” y nunca como cuando sufrió el ataque indiscriminado de mi traviesa y jovencísima perrita, Katy, del cual salió bastante mal parado: hubo que coserle el cuello, volver a pegarle el 90% de su naricilla rosa de plástico, y su ojo izquierdo, que presenta una cicatriz por la mitad. Y aunque de eso hace mucho tiempo, ahí sigue, al pie del cañón, presidiendo mi cama del pueblo.


Esa sensación que se tiene al “querer” a un amigo inanimado, la transmite a la perfección Toy Story 3. Y lo hace tan bien, tocando la fibra sensible del espectador con los planos adecuados, la música adecuada en el instante preciso, los diálogos clave, el ritmo de escena …Que se asegura sí o sí que aquella persona como tú y como yo que ha sentido eso alguna vez por un juguete, llore a moco tendido.

¡Madre mía! Y yo que pensaba que cuando me libré de derramar las lágrimas en el momento “peligroso” de la acción ya iba a salir indemne de lagrimones…¡pero me equivoqué! El final está tan bien hilado y tan intencionadamente creado para ser lacrimógeno, que no me pude reprimir.


En cuanto a la trama de la película, la verdad es que es un buen guión de aventuras, tal y como nos tienen acostumbrados en Pixar, con sus escenas de carcajada (tanto de niños como de mayores), sus guiños a otras películas míticas de la Historia del Cine, sus momentos “moñas”, sus escenarios y ambientación pulcramente elegidos, su calidad artística, y el cuidado de el más mínimo detalle. Todo ello hace que sea una película apta para niños, y para aquellos “menos niños” que han esperado la tercera parte durante años.

Porque, como ya hemos comprobado alguna vez, terceras partes sí pueden ser buenas.