Tan tarde, que ya no le encuentras sentido, que ya no te apetece, que la ilusión que forjaste, los planes, la esperanza...Se han diluido por completo y ya no pueden recuperarse.
Pero, contra todo lo que cabría esperar, ¡coño! te sientes bien. No sólo bien, ¡te sientes libre!
Esta es la historia de un viaje que se quería realizar desde hacía muchos años, y que cuando todo está dispuesto...Surgen cien cosas mejores que hacer antes que marcharse.
Porque el sentimiento no es el mismo. Te pones a recordar, y la venda ya no es que caiga de los
ojos, porque ya lo había hecho; ahora la venda se inmola, desaparece. Recuerdas el desdén con el que fuiste tratada, y cómo te esforzabas por que todo fuese bien, todos estuviesen bien...Todos, o sobre todo uno... Recuerdas noches de espera, madrugadas de buscar la palabra correcta para no herir, cuando continuamente tú eras herida, menospreciada...Pero siempre ponías otra mejilla. Siempre sacabas paciencia de donde ya no había.Desechabas la idea de que aquello no llevaría a ninguna parte porque tenías la cabezonería de poder conseguirlo....Pero llegados a ese punto en el que la paciencia se agota, en que tu autoestima está en el inframundo, tu ánimo mermado... Te aferras al apoyo de aquellos que te comprenden y sales a flote.
Y es ahora,en el momento en el que el destino te pone a prueba para ver si lo que decías superado es así, cuando se presenta este viaje que, completamente consciente, rechazas. Porque ya no es momento de viajar allí, porque ya es demasiado tarde para recibir (si es que recibías) lo que durante tanto tiempo has esperado.
Ya no quiero recibirlo. Hay nuevos horizontes que explorar. No sé lo que encontraré en ellos, pero no quiero aferrarme ni por un minuto más a ese desprecio que recibía una y otra con la sonrisa enamorada en la cara.






